1/7/09

Climbing up the walls

Sin temor a equivocarme, puedo decir que la época dorada del ciclo del hombre es la infancia; millones de mundos se contraponen dentro y fuera de nuestros ojos, las preguntas saltan desde las orejas, las manos, la boca; enigmas que se encuentran por doquier, despertando la curiosidad de la ávida imaginación.

No corre el tiempo, no existen las prisas. Las tardes se desvanecen entre juegos y risas, las palabras no tienen mas importancia que las acciones, y las verdades se cargan en el corazón. Los días son libres pues no están expuestos a la pesada carga de la responsabilidad, lo esencial está en los hechos, y la razón se halla plasmada de la mas simple lógica; no existen las complicaciones.

Múltiples imágenes, como sacadas de una película, proyectan las misteriosas realidades, que a veces, con cerrar los ojos, se pueden alcanzar. Es como escribir miles de líneas en un libro de hojas blancas. Es como estampar en el alma trozos de orbes ajenas.

Por eso a veces da miedo crecer, porque con la edad, se van evaporando las inquietudes que en ese tiempo nos hicieron felices.

2 comentarios:

Chu dijo...

No te deshagas nunca de ese niño que aveces te hace ser un loco, loco?... El mundo esta loco! Los cuerdos son los niños que con inocencia disfrutan de lo que se supone venimos a hacer en este mundo.

Sofía dijo...

Si! :) Más bien ese niño que de vez en vez te recuerda la cordura de este mundo. El tuyo me encanta!