14/10/10

Tabú vs. realidad

Poco se sabe, y mucho se dice sobre la depresión. La concepción errónea y generalizada de que la depresión no es más que un estado de ánimo, que en cualquier momento puede ser trasformado por el sujeto en cuestión, es el claro reflejo de que tan devaluada y menospreciada está la enfermedad. Comúnmente, los allegados al deprimido lo bombardean con consejos sobre cómo salir adelante, de cómo si se puede, de que sólo es cuestión de echarle ganas, de que la vida es bella y hay mucho por vivir, “eres joven, inteligente y fuerte”, “tienes el apoyo de tu familia y amigos”, “sólo debes pensar positivo”, “si quieres, puedes”... y el enfermo, en un acto desesperado de querer demostrar que efectivamente es fuerte y se las puede todas, se repite a sí mismo “voy a estar bien” cien mil veces, pero ninguna de esas palabras tendrá significado y/o trascendencia, no porque esté negado a querer estar bien, si no porque simplemente ¡no puede!
He aquí la diferencia entre las personas que, ante una situación de amenaza o estrés, reaccionan acusando el impacto con fortaleza necesaria para no derrumbarse, controlando las emociones, manteniendo la lucidez y recobrando el equilibrio.
El trastorno depresivo es una enfermedad que afecta al organismo, específicamente al cerebro, no permitiendo que los neurotransmisores realicen la sinapsis adecuada entre las neuronas; esto repercute directamente en el estado de ánimo, la manera de pensar, los hábitos alimenticios y de sueño, la autoestima, la forma en que se percibe al mundo, etc.; por lo tanto, no es una condición de la cual uno pueda liberarse a voluntad.
Una de las causas de ésta enfermedad es la predisposición biológica, así como las enfermedades del corazón, el cáncer o la diabetes; esto quiere decir que la enfermedad está latente, y puede ser desencadenada por muchos factores, como eventos traumáticos, pérdidas, tensiones en la vida, cambios, etc. Sea o no hereditario, la depresión implica cambios en las estructuras o funciones cerebrales.
Lo cuál me lleva a una sola conclusión: cuando a uno le han detectado cáncer, se somete a un tratamiento específico para curarlo, y permitir que el cuerpo se regenere y pueda regresar a la normalidad, eliminando de raíz la causa del sufrimiento. Pasa lo mismo entonces con la depresión; cuando se es detectada, debe ser valorada por un especialista, para someterla a un tratamiento que la elimine de raíz. Aún cuando esto represente un tabú para la sociedad, la depresión debe ser tratada como lo que es, una enfermedad orgánica. Pues es bastante el sufrimiento que se está enfrentando, como para añadirle más carga, esto no te hará menos humano.

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