14/1/11

Sombra al desnudo

Sentada, contemplaba desde aquel banco la desnudez de su sombra, materia pura y libre de inhibiciones; pensaba en todas aquellas veces en que su sombra y ella parecían haberse mimetizado hasta volverse una; sonaba irónico que en ocasiones parecieran dos entes fuera de órbita; y nada tenía que ver con la posición del sol, si no con la de su corazón. Esa noche la encontró de frente, y contempló su entera desnudez, como quien observa algo por primera vez y se resiste a abandonarlo; encontró en ella nuevos oleajes con tinte de gozo, rebozando de júbilo, y quiso en ese momento hacerse una con su sombra, esperar el próximo tren, y correr hasta sus brazos sin más explicación. En los hombros traería cargando las historias que le acompañaron por otros soles, regalándole una a una las ilusiones envueltas en nubes. La brisa que paseaba en su cara mientras observaba la desnuda sombra de su ser, era la misma que procuraba aquietar sus entrañas cuando pensaba en lo cerca y lejos que se encontraba de él.
- ...tal vez, con unas piernas infinitamente largas -
Y así pasó las noches, hasta que su sombra y ella se convirtieron en una sola, y fue a alcanzarlo a la estrella más lejana, donde el asombro es todavía una regla general.

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